'The wicked + The divine. El acto faústico', Kieron Gillen y Jamie McKelvie

Norma publica tras varios años una de las series de Image más esperadas, The wicked+ the divine de los británicos responsables de Jóvenes Vengadores y Phonogram (también a publicar por Norma en unos meses), Kieron Gillen y Jamie McKelvie. WicDiv como sus propios autores la llaman es una historia de contrastes que mezcla mitología con tecnología, tradición milenaria con la cultura millenial. Cada 90 años 12 dioses de los más variados panteones divinos de la historia de la humanidad se reencarnan durante dos años, tiempo que dedicarán básicamente a pasarlo bien aprovechándose de sus poderes divinos.

La acertada metáfora presentada por Gillen y McKelvie nos muestra a las actuales estrellas del pop, los Bieber y compañía como los nuevos dioses de nuestra cultura, alabados y reverenciados por millares de jóvenes que se enfrentan unos a otros en las redes por la defensa de “su” dios. Personajes cuyo más mínimo gesto, acción o tweet es analizado y comentado por todo el globo en cuestión de minutos. Jóvenes que jamás han conocido ni conocerán a la estrella del momento pero que conocen sus discos nota a nota, los veneran copiando su corte de pelo o su forma de vestir. Lo que antes era una figura de escayola sobre un altar ahora es un poster en la pared o un fondo de pantalla en el móvil, pero no deja de ser lo mismo, una imagen que poder reverenciar, un recuerdo constante de que el ser admirado está siempre presente en nuestra vida, sea este el dios de nuestros padres o una adolescente irreverente desconocida apenas un año atrás.


Gillen coloca como protagonista a una de estas adolescentes en busca de modelo a seguir, en busca de un dios que le marque el camino. Laura, una joven de 17 años, sigue a estos nuevos ídolos allá donde van, acude a todos sus conciertos, se maquilla como ellos y finalmente, por azar del destino acabará conociendo a una de ellas, Luci, abreviatura de Lucifer. Luci introducirá a Laura en un mundo nuevo para ella y le permitirá moverse detrás de los focos. Así se verá envuelta en una trama de misterio y asesinato que la llevará a conocer uno a uno a todos los dioses reencarnados en esta época. Un dios ha asesinado a un juez y quien todos creen que lo ha hecho no ha sido. O quizás sí. Capítulo a capítulo Gillen y McKelvie van presentando a los dioses, cada uno con sus peculiaridades, una con instintos felinos, otra apenas una niña, otro un antiguo dios asirio al que todos confunden con uno fenicio, y nos van presentando su pequeño drama, como reza el lema de la serie “que seas inmortal no quiere decir que vayas a vivir para siempre”, y dos años no son demasiado tiempo. Al final, pese a todo el boato, la luz, los colores y los poderes, pese a los efectos que producen entre los mortales creyentes, los dioses no son sino seres caprichosos que quieren disfrutar del carpe diem, hacer trastadas sin recibir demasiadas consecuencias al respecto. A este respecto es muy interesante la figura de Ananké, una anciana que hace las veces de madre y cuidadora de los dioses. Ella es la que los trae de vuelta cada 90 años y la que dicta las reglas que pueden o no seguir. En un momento determinado al final del tomo, y como haría una madre que quiere justificar la travesura de uno de sus díscolos hijos dice: “los mortales siempre han mostrado más interés en los dioses que estos en los mortales. Por lo general los dioses no desean nada más que adoración.” Esto no deja de ser un comentario hacia la religión organizada, pues las acciones de un determinado culto no vienen marcadas, viene a decir Guillen, por la voluntad del dios de turno, sino por la voluntad de sus seguidores. El dios solo desea veneración, los celos, el egoísmo y todo lo demás vienen del otro lado.

Otro debate presente en el cómic y que entronca con el concepto de los nuevos dioses y las juvetudes que lo veneran, es el encarnado en Cassandra, periodista co-protagonista del cómic y opuesta al personaje de Laura. Mientras Laura es todo admiración y devoción, y solo tiene buenas palabras y reverencias por estos personajes que dominan las portadas y las paredes de la ciudad,  Cassandra es todo escepticismo y altanería. Ella tiene estudios y un master en mitología comparada y no puede rebajarse al nivel de las masas crédulas, ella es inteligente, ella sabe. Juntas representan las dos caras de una cultura joven formada a partes iguales por quienes buscan formar parte de algo mayor, ser seguidores de un grupo con códigos y símbolos propios y quienes creen estar por encima de eso gracias a su conocimiento de verdades que no son sino los códigos de su propio grupo. Enfrentados y opuestos, ambos forman parte del mismo juego y ambos grupos lo juegan con las mismas reglas, algo que se verá reflejado en el momento en que ambos personajes lleguen a un entendimiento y acuerden colaboración. De hecho, pese a todos los conocimientos de Cassandra, será Laura la que conozca la identidad de uno de los dioses gracias a una rápida búsqueda en la Wikipedia. 

Solo con este primer tomo Gillen y McKelvie presentan una serie sólida y llena de trasfondo, que no solo muestra acción y espectáculo sino que va más allá, hablando de nuestra cultura y de nosotros mismos. Con una narrativa algo gamberra y un dibujo que ya quisieran muchos The Wicked + The Divine es probablemente una de las mejores series independientes de la temporada.



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