Necrópolis, Marcos Prior

Necrópilis (Marcos Prior, Astiberri, 2015) es la lectura más adecuada en estos momentos. Es un cómic que reproduce y en ocasiones predice lo que ha estado ocurriendo las últimas semanas en España a raíz de las elecciones generales. Pero no es un cómic anclado a su tiempo. Estoy convencido de que Necrópolis es una de esas historias que puede leerse en diferentes épocas y encontrarle una referencia social válida diferente en cada una. Es una de esas historias atemporales que muestran la política tal y como es y ha sido siempre. Incide en los aspectos más bajos de nuestra sociedad, y muestra la campaña electoral con una agudeza asombrosa.

Necrópolis narra en un futuro cercano la campaña electoral para la alcaldía de una ciudad ficticia pero que todos podemos reconocer. Uno de los grandes aciertos de Prior está en crear una gran urbe genérica que pueda ser cualquiera o ninguna de las conocidas, en España o en el extranjero y poblarla con habitantes extremos pero que en ningún momento nos resultan extraños. Prior utiliza el cliché para definir a sus personajes, todos son la versión extrema de prototipos con los que nos cruzamos por la calle todos los días, y es a través de esa exageración de las personalidades como llegamos a relacionarlos con sus referentes reales con la distancia suficiente como para reconocerlos y juzgarlos. Y aunque todos son importantes ninguno es el centro de atención. El protagonismo en Necrópolis es coral y está formado por todas las personas que habitan esa gran urbe, que participan en las elecciones y sufren sus consecuencias y que viven asoladas por el escenario dejado por una gran crisis. Al fin y al cabo está formado por todos nosotros. El uso de diferentes estilos narrativos – prensa, noticiario televisado, redes sociales…- da la sensación de que toda la historia es real y la estamos viviendo en el momento de acontecer. Igual que en la vida real leemos el periódico por la noche, consultamos las redes sociales y hablamos con compañeros durante el día y vemos los noticiarios por la noche, lo mismo ocurre en Necrópolis, dando la sensación de cotidianidad a pesar de los sucesos que ocurren. No solo muestra la campaña si no lo que está ocurriendo a personas anónimas en los días de campaña, ensamblando en conjunto una visión global de la ciudad y dejando transpirar el ambiente cultural, el zeitgeist de la sociedad. Y de nuestra sociedad. 


La agudísima mirada de Prior no solo define a la perfección a algunos de los personajes, claramente influenciados por personalidades reales -no solo políticos si no también otras personalidades públicas claramente reconocibles-, si no que es capaz de predecir sucesos que han ocurrido en la campaña de las elecciones reales de hace unos días y plasmarlos en el cómic. El debate a cuatro por ejemplo, o, más sorprendente aún, la agresión a uno de los candidatos. Necrópolis disecciona al detalle nuestra sociedad y la muestra de forma directa, visceral, con todos sus vicios e incongruencias. No es un cómic optimista, todo lo contrario, es un cómic que no se preocupa por dejar bien a nadie, no solo no quiere mostrar la cara buena de los políticos si no que duda incluso de que la tengan. E igual que juzga a los políticos, lo hace con los ciudadanos, muchos en un camino desviado y con acciones más que discutibles, otros sobreviviendo en la época que les ha tocado. Una de las mejores secuencias del cómic, especialmente en lo narrativo, es cuando una serie de ciudadanos cuentan sus vidas y las penurias que viven durante estos años de crisis a razón de una persona por página; lo que comienza con una página de 16 viñetas con una persona contando su problema de psoriasis, va poco a poco agravándose y adquiriendo un tono más pesado conforme los problemas de la gente van empeorando: un vendedor callejero de 48 años, un hombre en el paro después de una amplia vida laboral, un escritor de éxito que no tiene dinero ni para el alquiler, etc. Esta decadencia social, este aumento de la gravedad de las situaciones vitales se ve acompañado por la eliminación de una viñeta en cada página que es sustituida por un fondo completamente negro. El peso del negro va aplastando cada vez más a las personas que cuentan sus problemas igual que el peso de la vida aplasta cada vez más a los propios ciudadanos. La última página contiene una única y pequeña viñeta en una inmensidad negra, con un hombre que dice: “Me llamaban Eric sonrisa telefónica. Antes, cuando estaba vivo.” Necrópolis es narrativamente una maravilla, con un uso del lenguaje del cómic muy detallado y tras el que se aprecia una gran reflexión. A pesar del uso de diferentes técnicas y del protagonismo difuso, el cómic resulta perfectamente equilibrado en sus tiempos, saltando de un escenario a otro con naturalidad y aportando las pinceladas necesarias de cada personaje para que tengan su peso en la narración pero no eclipsen a la propia historia.


El cómic comienza con la escena final de la primera temporada de True Detective, con los agentes Cohle y Hart dialogando sobre la luz y la oscuridad en el universo. Prior toma esa idea y crea su cómic a partir de ahí, usando el concepto de oscuridad para definir la sociedad. Lo hace en ocasiones de forma literal –los continuos apagones que conllevan toda una ola de crímenes- y otras de forma metafórica –podríamos hablar de la oscuridad interna de algunos personajes de moral cuestionable-. En oposición, el cómic finaliza con una secuencia de varias páginas formada cada una por dos viñetas sin diálogo, mostrando únicamente instantáneas de una ciudad en decadencia. Llama poderosamente la atención que frente al pesimismo que emana de las últimas páginas, el único apunte optimista del cómic esté precisamente en la primera página y dentro de una historia de ficción –dentro de la propia historia se entiende- cuando el personaje protagonizado por Matthew McConaughey dice: “La luz está ganando… El mero hecho de su existencia es una victoria…”. Necrópolis recorre el camino al revés, del optimismo al pesimismo. Comienza con la esperanza que suponen unas elecciones, la llegada del cambio y finaliza con un “todo sigue igual”.

Necrópolis es un cómic necesario y de enorme actualidad y hay que tomárselo, pese a su ambientación futurista, como un documento informativo, un objeto de estudio si se quiere comprender la sociedad de comienzos del siglo XXI. Marcos Prior no se molesta en endulzar las cosas y presenta una sociedad profundamente pesimista, caída en desgracia, con un cuerpo político que vive ajeno a los problemas reales y una separación de clases que no hace si no aumentar los problemas existentes. Una mirada amarga de nuestra sociedad y de nosotros mismos que formamos parte de ella sin cambiarla. 

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