El lenguaje del cómic como seña de diferenciación respecto al cine


Un texto de Eric Stephenson, Publisher de Image Comics sobre el objetivo que tienen en mente los creadores de cómics independientes  lleva a una reflexión sobre el lenguaje del cine y el lenguaje del cómic y cómo el segundo utiliza el primero con el objetivo de llegar a un público mayor, pero corriendo el riesgo de perder su propia identidad por el camino.



Esta mañana, Eric Stephenson, Publisher de Image Comics, ha publicado en su blog un texto en el que intentaba dar respuesta a, o más bien refutar el comentario que le hizo un aficionado.

“Muchos de esos cómics independientes propiedad de los creadores son poco más que storyboards para el planteamiento de una película, EMHO”

En su texto, Stephenson, ha comenzado defendiendo que no hay nada malo en el hecho de que un autor quiera alcanzar un público mayor,

“[los creadores] No quieren que sus historias lleguen a los lectores de cómics – quieren que lleguen a todo el mundo. Quieren que tanta gente como sea posible lea sus historias, mire sus dibujos, experimente su creatividad.  
¿Es esto tan malo? 
¿Es querer expandir la audiencia de tus empresas creativas más allá de los horizontes relativamente limitados del mercado de los cómics realmente algo malo?”

Después ha pasado a señalar algo que cada vez es más evidente. Desde que Marvel y DC pasaron a formar parte de Disney y Warner respectivamente, parece cada vez más que los cómics están dirigidos y orientados hacia el producto cinematográfico. Hemos llegado a un punto en el que estamos acostumbrados a ver relanzamientos, renumeraciones o, incluso, resurrecciones de personajes, cuando las películas llegan a la pantalla. Algo que no es malo per se –el negocio es el negocio- pero que obviamente ha cambiado sustancialmente las bases de la industria.

En palabras de Stephenson:

“Porque esta es la cosa: Disney y Warner Bros. no ponen dinero en Marvel y DC porque quieran hacer un puñado de grandes cómics para los fans. Lo hacen porque quieren más películas de Batman, más películas de Iron man, más Vengadores. Lo hacen porque quieren más dibujos animados, más videojuegos y más juguetes. Lo hacen porque es más fácil moverse a través de décadas llenas de creatividad en los catálogos de Marvel y DC que averiguar cómo surgir con algo nuevo. 
Quiero decir, ¿Realmente creéis que fue una coincidencia que Avengers Vs. X-Men fuera lanzado justo antes de que Los Vengadores llegara a los cines en mayo”

A pesar de todo esto, Stephenson lo tiene claro, los creadores de cómic están ahí por el cómic y no por el cine, 

“No estoy desechando la existencia de creadores que generan trabajo con la intención expresada de que tenga posibilidades [en el cine] – he conocido a algunos de ellos, conozco a algunos de ellos, he trabajado con algunos de ellos – pero son la minoría. La mayoría de la gente en los cómics simplemente quiere contar historias y desarrollar sus ideas, ya sea a través de palabras o dibujos. No están tan preocupados por la parte cinematográfica. Si ocurre, genial; si no, ¿Qué más da? Lo principal es hacer cómics.”

La reflexión del Publisher de Image me ha hecho pensar. Es cierto que mucha gente piensa que los cómics independientes propiedad de los autores son meros escaparates para Hollywood, pero ¿de dónde viene esta idea? Sí hubiera una gran cantidad de estos cómics que acabaran siendo convertidos en películas de éxito, entendería el pensamiento, pero resulta que no es así. Más allá de grandes nombres como Mark Millar o Warren Ellis, los cómics propiedad de los autores que llegan a los cines son minoría. Los cómics que realmente tienen éxito en las salas son los de las grandes compañías, Spiderman, Batman, Los Vengadores, X-Men, etc. Entonces, ¿de dónde proviene esa idea que relaciona el cómic independiente con el cine?

Creo que es un problema de lenguaje. Simple y llanamente. 



El trabajo de J. H. Williams III en Batman es un gran ejemplo de cómo utilizar el lenguaje propio y las
posibilidades que ofrece el cómic para potenciar la historia que se está contando

El cine es un medio universal, cuyos códigos todo el mundo reconoce. Aunque no los comprenda. Cualquier persona sabe cómo se cuenta una película, qué partes tiene, cuándo va a aparecer el villano o cuando el héroe y la chica van a darse el beso de rigor. Esto no es porque todo el mundo haya estudiado cine, sino porque todo el mundo ha visto la cantidad suficiente de cine como para interiorizar esos códigos, ese lenguaje, y reconocerlo de forma intuitiva. Esto tiene dos consecuencias. La primera es que una película que cumpla los parámetros normativos del medio lo tendrá mucho más fácil para llegar a un público mayor y ser entendida y apreciada por una mayor cantidad de personas. Y por el contrario, toda aquella película, que por querer ser más innovadora, por romper los términos del género en el que se establece o realizar una presentación estética diferente a lo habitual, no siga las normas tácitamente establecidas [por Hollywood] para contar una historia en el cine, será más difícil que logre el éxito.

La segunda consecuencia que se deriva de esto, afecta ya no al cine, sino al resto de medios. Habiéndose acostumbrado el cerebro humano al lenguaje del cine, es en ese lenguaje en el que entiende bien las cosas. Es mediante ese lenguaje mediante el que pueden ser transmitidos los mensajes de forma más efectiva. Por eso, cada vez más, el resto de medios utilizan un lenguaje cinematográfico para transmitir sus ideas: los videojuegos, los anuncios de televisión,  las series, la literatura y sí, también los cómics.

El problema entonces con el que se encuentran los cómics es que nadie conoce su lenguaje. Siendo un medio tan minoritario, no solo las personas externas al mismo, sino a menudo ni siquiera las personas de dentro, conocen el lenguaje real de los cómics. Lo que provoca que si un creador quiere llegar a una audiencia mayor, ha de hacerlo utilizando un lenguaje que todos conozcan, es decir, el lenguaje cinematográfico.

De este modo, el lenguaje del cine predomina en el cómic mainstream americano desde hace ya bastantes años. Quizá su mayor exponente sea de nuevo Mark Millar, cuyos Ultimates son básicamente una película en papel. De hecho el primer número de su primer volumen no es sino un remedo del prólogo que tendría la historia si fuera una superproducción de Hollywood. La narrativa, los tiempos, los cambios de escena, el movimiento de los personajes. Todo está narrado como si de una película se tratase. Solo que no lo es.


Los Ultimates de Mark Millar y Bryan Hitch son probablemente la
mayor expresión del cómic utilizando el lenguaje del cine

El lenguaje del cómic no es el mismo que el lenguaje del cine. Mientras que en el cine se trabaja con sonido e imágenes en movimiento, en el cómic se trabaja con textos e imágenes estáticas. No podría ser más diferente. Las herramientas de las que dispone el cómic para expresarse son diametralmente opuestas a aquellas de las que hace uso el cine. Su forma de indicar movimiento, emociones, acciones, pausas, ritmo, es completamente diferente y, por tanto, utilizar el mismo lenguaje es una forma de limitar todo su potencial. E igual que digo esto respecto a los cómics, igual puede ser aplicado al cine. Una película que utilice el lenguaje del cómic jamás será capaz de expresar todo lo que podría llegar a desarrollar usando su propio lenguaje (y sí, esto va por Sin City o Watchmen).


El trabajo que han llevado a lo largo de los años Grant Morrison y Frank Quitely a la hora de
explorar los límites del medio se aprecia con total claridad en We3


Volviendo a los comentarios de Eric Stehenson, ¿Es eso malo en sí? ¿Es malo que el cómic utilice un lenguaje ajeno como el del cine que todo el mundo es capaz de entender? Pese a lo reflejado anteriormente, creo que no. Es, como ya he dicho, una forma de acercar los cómics a un público mayor que de otra manera probablemente no hubiera leído un cómic jamás. Y es completamente comprensible en las grandes compañías, en los grandes cómics que están destinados a captar el público de las salas de cine o llevar el público a ellas, pero me resulta más incomprensible en los cómics independientes, aquellos en los que los creadores tienen el control completo de los mismos. Claramente se llega a un público mayor y aumentan las posibilidades de éxito, pero se pierde la posibilidad de explorar el medio en el que se trabaja. Un medio que, a pesar de todos sus años de existencia, muy pocos han desarrollado, y cada vez son menos los que lo explotan en su totalidad.

Por supuesto siempre nos quedaran creadores alternativos que saquen el jugo a sus páginas. Siempre será un verdadero placer leer un cómic de Chris Ware y apreciar todos y cada uno de los detalles que hacen cada página, cada viñeta, especial y única, pero cuando encontramos a guionistas como Grant Morrison, o Mark Waid, o dibujantes como Frank Quitely o J. H. Williams III, que entienden el medio en el que están trabajando y lo usan a conciencia desde las grandes compañías, hemos de alegrarnos de que se les permita permanecer en las cabeceras importantes y explorar el lenguaje del medio que todos amamos aunque no todos comprendemos.

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