¿Dónde demonios estoy? Sé de algún sitio.


Jason Aaron continúa con sus lecciones para escritores, esta vez sobre cómo encontrar tu propia voz y estilo, y dejarlo marchar cuando es necesario.

Podréis encontrar la columna original aquí.





De vuelta a los días en los que Marvel todavía tenía un bullpen y DC Comics solo tenía un Batman, prácticamente tenías que vivir en Nueva York para poder entrar en los comics.

Ahora, no tanto.

Como ya he dicho anteriormente, crecí en un pequeño pueblo de Alabama. Jasper, Alabama, para ser exacto. Tierra de los cacahuetes y las judías blancas y de Sawyer de “LOST”. Durante los últimos diez años, he vivido en Kansas City, tierra de la mejor barbacoa del mundo. Nunca he vivido en Nueva York, aunque mis editores lo hagan. Los dibujantes con los que he trabajado han venido de todo el mundo.

Gracias Internet. Y no solo por el porno gratis.

Me considero un escritor sureño, y creo que podéis notar ese sabor en gran parte de mi trabajo, desde el personaje principal de “The Other Side” hasta los fantasmas caníbales paletos de “Ghost Rider”. Nunca he huido de mis raíces sureñas cuando llega el momento de escribir. Siempre las he abrazado, y pienso que me ayudó el darme cuenta cuando estaba intentando introducirme en los comics. Porque no hay demasiados escritores sureños en los comics. Creo que mi voz destacó un poco más. Así que supongo que la lección sería:

No tengas miedo de ser de algún sitio.

Es decir, algún sitio que no sea Nueva York. No tengas miedo de sazonar tu escritura con los sabores de donde sea que seas. Puede ayudarte a desarrollar una voz. Y vas a necesitar desarrollar una voz.

Estilo y voz son elementos que en mi caso solo evolucionaron después de enormes cantidades de mala escritura. Asistí a una clase sobre William Faulkner en la universidad que tuvo una profunda influencia en mí, y durante años después de aquello, todo lo que escribí era un intento de apropiarme del estilo de Faulkner, con montones de largos y complicados nudos de oraciones y toda una sarta de conocimientos serpenteantes. Gertrude Stein, William Blake, Gabriel García Marquez y “Doom Patrol” de Grant Morrison fueron otras grandes influencias de aquella época que fueron añadidas a la mezcla. En algún lado, tengo un par de novelas inacabadas escritas en aquel estilo que espero que permanezcan enterradas para siempre.

Una vez que descubrí a James Ellroy y Cormac McCarthy (los dos hombres que consideraría los mejores escritores vivos del mundo), así como las películas y las obras de David Mamet, fui empujado en la dirección opuesta, hacia un estilo más lacónico y entrecortado. En el presente, mi estilo, probablemente caiga en algún lugar en medio de todo ello, entre lo largo y lánguido y lo directo y brutal.

Así que ¿Cómo me ayudó todo eso a escribir comics? Creo que tuve que imitar a mis héroes un poco antes de ser capaz de escribir por mí mismo. No importa que formato fueran a tomar aquellas historias. Y enfrentarme a las voces de otros me ayudo finalmente a encontrar una para mí.

Mi difunto primo, el autor Gustav Hasford, una vez escribió, en una carta a la U.S. Custom’s office: “Pasé un año en Londres escribiendo el guión para la próxima película de Stanley Kubrick, “La Chaqueta Metálica” y necesité esa tonelada de papeles y cuadernos (¿600 libras?), de modo que podría robar mis ideas del ámbito más amplio de fuentes, el secreto de la buena escritura.”

Ahora eso no significa que debas convertirte en el equivalente literario de Rob Granito. Pero definitivamente necesitas escribir tu camino a través de tus influencias, con suerte una rica y diversa lista de influencias, antes de poder salir al otro lado como lo que sea que vayas a ser.

O no se, quizás fueras afortunado y salieras del útero con un estilo y una voz propias. Si no es así, créeme que tienes que trabajar en ello y desarrollarlo con el paso del tiempo. De cualquier manera, lo importante es encontrarlo. Encontrar tu voz, hacerla cantar y usarla para hacerte notar.

Y entonces, ser capaz de dejarla marchar.

Al menos cuando lo necesites.

No se nada de ti, pero pocas cosas me atraen más rápido de una historia que leer algo y ser capaz de escuchar la voz personal del escritor en mi cabeza.

Todos hemos sido culpables de esto. Todos tenemos tropos a los que solemos recurrir, y el aliciente de hablar directamente a través de tus personajes está siempre ahí.

Pero uno de los aspectos más importantes de tener una voz distintiva es también ser capaz de enterrarla cuando es necesario.

Hacerla desaparecer. Dejar tan solo que los personajes hablen con voces distintas de la del autor. Ese es uno de los verdaderos desafíos de escribir. Tener un estilo distintivo y una voz, pero también ser capaz de ocultarla tras tu escritura.

¿Cómo llegas a eso?

No lo se, todavía estoy trabajado en ello.

Para mí, la clave está en la reescritura. Algunas veces tu primer instinto es todo un acierto, pero gran parte del tiempo, es tan solo la respuesta más fácil y más obvia. Un guión nunca debería leerse como un primer borrador, incluso aunque lo sea. Incluso mis primeros borradores han sido trabajados y retrabajados. Especialmente en los diálogos, algunas veces simplemente tienes que agotar las posibilidades antes de llegar a lo que quieres. Échale un vistazo a las características especiales del DVD de Deadwood para ver como escribe David Milch. Se echa en el suelo mirando sus palabras en una enorme pantalla, mientras alguien esta mecanografiando, y pasa a través de cada variación de cada línea que se le ocurre antes de acabar con lo que quiere. Si tan solo, todos tuviéramos el tiempo, dinero y genio de David Milch. Pero incluso a un menor grado, creo que así es como has de escribir.

El genial director Stanley Kubrick, que fue tristemente celebre por rodar toma tras toma tras toma de una escena, a veces, sin dar a sus actores ninguna dirección o nota alguna, una vez dijo, “Ser real es una cosa, pero ser interesante en mejor.” Kubrick a veces sentía como si tuviera que seguir insistiendo, a través de incontables tomas diferentes, antes de poder llegar a algo realmente interesante.

Toda escritura es así.

Has de ser de algún sitio, pero se capaz de ir a otras partes. Ten una voz, pero se capaz de dejarla atrás. Y estate dispuesto a abrirte paso a través de lo que es obvio con el fin de encontrar algo interesante.

Buena suerte.

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